Obedientes al cálculo, ignoran lo que no es calculable ni mensurable, como la vida, el sufrimiento, la alegría, el amor, el honor, la magnanimidad, la moda, la emulación, las comunicaciones y el mal humor. Su medida de la satisfacción viene a ser el crecimiento de la producción, de la productividad o de los ingresos. La economía puede establecer con precisión las tasas de pobreza monetaria, pero ignora la subordinación, la humillación o el dolor que experimentan los pobres. Ignora, en otros casos, la confianza o la duda circunstancial en uno mismo y en el gobierno. Y la voluble, excitante o temeraria inclinación a apostar.
El relleu d''Ariadna i Hermes' a Montserrat
Fa 1 setmana
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