Las ‘viudas negras’, la nueva arma de los terroristas
Las mujeres protagonizan la mitad de los atentados en Rusia desde 2002
LAURA J. VARO - Madrid - 30/03/2010
Las mujeres se han convertido en la otra cara del terror. Son Las viudas negras de Chechenia: esposas, hermanas o hijas de los caídos en los enfrentamientos de 1994 y 2000. La participación femenina en atentados suicidas atribuidos a la insurgencia del Cáucaso Norte ya no es una tendencia. En la última década, cerca del 40% de los ataques han sido obra de féminas.
Para Magnus Ranstorp, uno de los mayores expertos internacionales en terrorismo, la intervención de cuatro mujeres en los ataques de ayer contra el metro de Moscú apunta directamente a las viudas negras y remite al vínculo étnico. Pese a las vacilaciones iniciales del Gobierno del presidente Dimitri Medvédev, Ranstorp, director de uno de los centros del Instituto Sueco de Defensa, ve en estas mujeres un motivo más para descartar la influencia de Bin Laden en la lucha independentista. “Nunca ha habido muchos extranjeros de Al Qaeda, a pesar de algunos que, como Mohamed Atta [ideólogo del 11-S], querían unirse, inicialmente, a la lucha en en Cáucaso”, asegura.
Desde 2000, la guerrilla ha convertido a las chechenas en un arma. El informe sobre mujeres suicidas de Pedro Baños, profesor del Centro Superior de Estudios de la Defensa, recoge que para las mujeres es más fácil pasar desapercibidas, levantan menos sospechas y no les impulsa una idea, sino el desamparo y la venganza. Tanto la propaganda rusa como la chechena han utilizado ambos argumentos, atribuyendo a las suicidas un fanatismo radical o una absoluta desesperación. Solas, no tienen nada que perder.
El último objetivo, una estación cercana a las oficinas del servicio de inteligencia ruso, es, además, “ilustrativo del hecho de que quieren golpear simbólicamente movidas por la venganza”, explica Ranstorp. Las mujeres han protagonizado casi la mitad de los ataques de la insurgencia caucásica contra Rusia desde 2002, cuando la irrupción de medio centenar de militantes (22 de ellos mujeres) en el teatro Dubrovka dejó 117 muertos. Un año después, en junio de 2003, Zarema Muzhakhoyeva, la esposa de 22 años de un independentista checheno fallecido, se convirtió en la primera viuda negra. “No os odiaba antes, os odio ahora, y cuando vuelva os haré volar a todos”, dijo tras sobrevivir a un atentado fallido.
“Con frecuencia son mujeres próximas a los terroristas”, explica a France Presse Vladimir Vassiliev, jefe del comité de seguridad de la Duma (cámara baja del Parlamento). El fenómeno no se circunscribe al Cáucaso. El terrorismo femenino llega a Sri Lanka, Irak o Palestina, incluso se vincula a la amenaza islamista en los últimos años, ya se trate de militantes radicales o jóvenes repudiadas. Entre las viudas también hay embarazadas, madres solteras o incluso deficientes mentales que son chantajeadas para inmolarse por la causa, ha contado Yulia Yuzik, autora de Las novias de Alá. Según la periodista rusa, sólo una de cada diez está dispuesta a morir por una idea.
REPORTAJE: Ataque terrorista en Rusia
Un polvorín en el Cáucaso
El Kremlin ha perdido el control de una región marcada por la pobreza, las mafias y el radicalismo islamista
P. BONET - Moscú - 30/03/2010
La situación en el Cáucaso del Norte es el problema "más serio" de la política interior de Rusia. Así lo dijo el presidente, Dmitri Medvédev, en su último discurso sobre el estado de la nación y así lo indica la violencia de la que han sido víctimas miles de personas. Pese a todas las medidas militares, policiales, administrativas y económicas adoptadas por Moscú, el Cáucaso sigue siendo un foco desestabilizador que ha extendido su influencia a otras zonas del Estado. Desde la guerra de Chechenia, que fue su germen inicial, la semilla se ha ramificado en diversos conflictos superpuestos y mezclados, que se manifiestan en cada estallido de terror.
El 16 de abril de 2009, las autoridades federales rusas abolieron el régimen contraterrorista impuesto en Chechenia en 1999. El acontecimiento pudo ser considerado por algunos como el fin simbólico de una etapa de la historia de Rusia, que se inició en otoño de 1991, cuando la URSS se agrietaba y el presidente ruso, Borís Yeltsin, se concentraba en independizarse del soviético Mijaíl Gorbachov como el checheno Dzhojar Dudáiev, un general de aviación, lo hacía en independizarse de Yeltsin.
La guerra, que de hecho comenzó entonces, tuvo dos fases álgidas, la primera de 1994 (cuando Yeltsin mandó los tanques a Grozni) a 1996 (cuando se firmó la paz con los separatistas de Aslán Masjádov) y la segunda, desde el verano de 1999, cuando el entonces jefe de Gobierno Vladímir Putin reaccionó militarmente a la incursión de los separatistas chechenos, dirigidos por Shamil Basáyev, en varios pueblos de Daguestán, donde había arraigado una excluyente comunidad islámica. Con los años, los "nacionalistas étnicos" se metamorfosearon en "terroristas islámicos" y su guerra por la independencia, en una yihad, una "guerra santa" que afecta la zona musulmana norcaucásica y que continúa hoy.
El Kremlin ha intentado diversos métodos para apaciguar la región. El último de ellos ha sido la decisión, anunciada el 19 de enero pasado, de crear un nuevo distrito federal que agrupa las unidades administrativas más conflictivas. Este distrito ha sido encomendado a un político con fama de buen gestor económico como es Alexandr Jloponin, que ejercía como gobernador de la provincia siberiana de Krasnoyarsk. Jlaponin ha sido nombrado también primer vicejefe de Gobierno y ha recibido enormes competencias. Su antecesor en la zona, Dmitri Ustínov, un antiguo fiscal general, no se distinguió por su eficacia.
El islamismo radical es un elemento importante en la oleada de terror, pero no el único. En el Cáucaso hay enormes problemas sociales y económicos y el paro en algunas regiones afecta a más de la mitad de la población. Los fondos que el Estado federal destina a la economía parecen desaparecer en el pozo sin fondo de la corrupción administrativa, pero la falta de recursos sigue siendo motivo de queja por parte de líderes locales como Ramzán Kadírov, el presidente de Chechenia, que ha levantado una lujosa mezquita y que ha reconstruido las ruinas de Grozni, la capital.
La violencia ha ido en aumento. En 2009, un total de 1.263 personas murieron (entre militares, policías y civiles) en 786 ataques guerrilleros, según cifras oficiales. En 2008, los muertos fueron 914, y la mayor actividad terrorista se registraba en Ingushetia, Daguestán y Chechenia. A principios de diciembre, el general Nikólai Rogozhkin, viceministro de Interior con mando en el Cáucaso, calificaba la situación de "difícil pero manejable" y aseguraba que más de 230 "bandidos" habían sido "exterminados" y más de 120 bases militares y escondrijos de armamento, destruidos.
La vida cotidiana de los habitantes de Ingushetia, Daguestán, Chechenia y Kabardino-Balkaria, por citar cuatro territorios de cultura musulmana del Cáucaso, está marcada por el miedo a verse atrapados en alguna de las redes de la violencia que se superponen y se mezclan: policías contra extremistas y viceversa, policías contra inocentes confundidos con extremistas; representantes de las estructuras federales de seguridad contra sospechosos locales; ajustes de cuentas entre clanes locales y luchas de los extremistas islámicos o representantes del "islam limpio" contra los defensores del islam tradicional. En este último apartado, más de 60 dignatarios religiosos y familiares suyos han muerto víctimas de los extremistas, según escribía Román Silántev en enero en el suplemento religioso de Nezavísimaia Gazeta. En 2009, cinco imanes fueron asesinados y otros cinco fueron heridos, señalaba el experto, según el cual la guerra de los radicales contra los tradicionales ha afectado también a sofisticados miembros del islam tradicional practicado en el norte del Cáucaso y amenazado por el radicalismo. Éste se ha visto alimentado por ideas de justicia social y también por el desempleo. En el Cáucaso, los jóvenes siguen echándose al monte y nadie sabe exactamente cuántos son. Las cifras barajadas van desde varias decenas a varios centenares, pero el número de muertos es más elocuente y concreto.
Entre las medidas de Moscú para pacificar el Cáucaso hay que destacar la transferencia del conflicto de Chechenia a responsables locales, lo que se ha llamado la "chechenización". El hombre fuerte de aquella república es Ramzán Kadírov, hijo de Ajmad Kadírov, un mufti asesinado en 2004, que luchó contra los rusos en 1994-1996, pero después se alió con ellos en contra de los fundamentalistas. Ramzán supervisa hoy las manifestaciones del islam local y, a cambio de la "estabilidad" que proporciona, el Kremlin hace la vista gorda ante los abusos en derechos humanos y la introducción de normas anticonstitucionales, como la obligatoriedad del pañuelo para las mujeres.
En Ingushetia, el Kremlin puso sus esperanzas en Iuns-bek Yevkúrov, que sustituyó en 2008 al impopular Murat Ziázikov, un general del Servicio Federal de Seguridad. Con un estilo directo y claro, Yevkúrov, general de contrainteligencia, logró establecer un diálogo con la sociedad civil, muy traumatizada por la brutalidad de los órganos de orden público al mando de Ziázikov, pero fue él mismo víctima en 2009 de un atentado que casi le costó la vida.
En Daguestán, el Kremlin ha vuelto a buscar líderes en el elenco tradicional y ha nombrado máximo dirigente a Magamed Magomedsalam Magomédov, hombre de negocios e hijo de un anterior líder sustituido en 2006 porque no enderezaba la situación. Entre el padre y el hijo, Daguestán ha sido dirigido por Mujá Alíev, un educado funcionario que también fracasó en el intento.
Rusia-Chechenia, una historia de terror
- Deportación en 1944. La historia de las relaciones entre rusos y chechenos está plagada de violencia. El 22 y 23 de febrero de 1944, unos 400.000 chechenos e ingushetios son deportados por orden de Josef Stalin hacia Asia central y Siberia. Más de la mitad muere durante el viaje. En 1957, el presidente de la URSS, Nikita Jruschov, permite el regreso de los expulsados a sus hogares.
- La rebelión contra Moscú. Tras la desintegración de la Unión Soviética, el 9 de noviembre de 1991, la república de Chechenia-Ingushetia se levanta contra Rusia. El líder independentista, el general Dzhojar Dudáiev, había sido elegido presidente el 27 de octubre con el 85% de los votos. La revuelta provoca la separación entre Chechenia e Ingushetia.
- La primera guerra de Chechenia. Las tropas rusas entran en diciembre de 1994 en Chechenia para acabar con el movimiento independentista. Los combates se generalizan a toda la república. La resistencia de los independentistas fue feroz, sobre todo en Grozni.
- Ataques contra Rusia. El conflicto se extiende al territorio ruso. En junio de 1995, guerrilleros chechenos asaltan un hospital en la ciudad de Budiónnovsk, en el sur del país, y toman centenares de rehenes. El asalto rebelde y la posterior respuesta militar rusa causan más de 100 muertos.
- Un armisticio débil. Después de que Moscú matara a Dudáiev, el general ruso Alexander Lebed y el jefe checheno Aslán Masjádov firman un armisticio. La guerra ha causado 100.000 muertos.
- Segunda guerra. En septiembre de 1999, una oleada de atentados destruye varios edificios en Moscú, Buynask, Volgodonsk y San Petersburgo. Vladímir Putin culpa a los chechenos y logra el permiso del Parlamento para atacar con 30.000 soldados.
- Asalto al teatro Dubrovka. El 23 de octubre de 2002, en respuesta a la intervención del Ejército ruso en Chechenia, criticada por las organizaciones de derechos humanos, un grupo de radicales islamistas, muchos de ellos mujeres, toma el teatro Dubrovka, en Moscú, con 700 espectadores dentro. El rescate termina en desastre: las fuerzas de seguridad rusas asaltan el teatro y matan a todos los secuestradores, pero también perecen 150 de los rehenes.
- El régimen de los Kadírov. En 2003, en unas elecciones tachadas de fraudulentas, Ajmad Kadírov, hombre del Kremlin, es elegido presidente de Chechenia. Morirá un año después, en un atentado en Grozni. Moscú nombra para sucederle a su hijo Ramzán. Ambos están acusados de imponer la normalización en la república
a base de asesinatos y violaciones de los derechos humanos.
- Matanza en Beslán. El 1 de septiembre de 2004, un grupo de terroristas chechenos toma una escuela en Beslán, en Osetia del Norte, y la llena de explosivos. Dos días después, las fuerzas de seguridad rusas asaltan el colegio. La operación termina con la muerte de 331 rehenes, la mitad de ellos niños.
El Cáucaso: la zona más conflictiva de Rusia
La lucha de Moscú por el control de esta región con más de 60 etnias diferentes se remonta al siglo XVIII.- Las guerras de Chechenia simbolizan el abismo existente con el Kremlin
FERNANDO NAVARRO - Madrid - 29/03/2010
El Cáucaso se localiza en el sudeste del continente europeo, entre el mar Negro y el mar Caspio, a caballo entre Europa y Asia. En su vertiente sur coexisten tres países que recuperaron su independencia en 1991 tras la desintegración de la Unión Soviética: Armenia, Georgia y Azerbaiyán. La vertiente norte pertenece a Rusia y en ella se hallan siete repúblicas autónomas: Chechenia, Osetia del Norte, lngushetia, Daguestán, Kabardino-Balkaria, Karachevo-Cherkesia y Adiguea. En la región caucásica viven unas 30 millones de personas. Existen más de 60 etnias diferentes. La religión mayoritaria es la cristiana ortodoxa, pero la minoría musulmana es mayoría en varias regiones. Chechenia e Ingusetia están emparentadas por sus comunidades musulmanas.
La lucha de Moscú por el control del Cáucaso se remonta al siglo XVIII, cuando el Ejército del zar Pedro el Grande llegó a la zona para mantener alejado al Imperio Otomano. Desde entonces, los conflictos étnicos y nacionalistas son constantes. Tolstoi relata esta tensión y confusión en su libro Hadjí Murat (Verticales). Además, existen factores económicos y geoestratégicos que convierten a este territorio en un polvorín. Tanto Rusia como Estados Unidos consideran el Cáucaso esencial para sus intereses al ser una de las puertas que comunican Asia con Europa y ser al mismo tiempo una zona rica en hidrocarburos y yacimientos de uranio.
El norte del Cáucaso es el más problemático por la búsqueda de independencia de las provincias. Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, las ansias independentistas de Chechenia volvieron a despertar y en 1994 los rebeldes chechenos entraron en guerra con Moscú. Los insurgentes consiguieron detener la ofensiva rusa. El Gobierno de Boris Yeltsin se vio obligado a retirar las tropas rusas tras dos años de conflicto armado y tuvo que declarar el alto el fuego unilateral en 1996. La República de Chechenia se mantuvo independiente hasta 1999. El precio, sin embargo, fue muy alto.
En 1999, guerrilleros chechenos atacaron enclaves de Daguestán y el Ejecutivo ruso, enfurecido por una serie de atentados en Moscú que atribuyó a los rebeldes chechenos, decidió atacar a sangre y fuego la república chechena. En mayo del año 2000, el primer ministro Vladímir Putin restableció el gobierno directo del Kremlin en tierra chechena. Desde entonces, la sociedad de Chechenia está bajo el control de administraciones prorrusas. El año pasado, Rusia dio por terminada la guerra en Chechenia y su actual presidente, Ramzán Kadírov, es un fiel aliado de Moscú.
El año pasado, el atentado contra el presidente de la república de lngushetia, Iunisbek Yevkúrov, aumentó la tensión en la zona y mostró el deterioro de la situación en las regiones del Cáucaso ruso.
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