'En Santiago na noite escrura'
En Compostela, la andaluza preguntó el camino para ir a la plaza Pescadería Vella
En el titular de El País se lee "Un policía amenaza a una andaluza por usar el gallego". De lo que podría deducirse que la andaluza se puso a hablar gallego o ya lo iba hablando –sea con el policía o con otra persona– y entonces el policía se mosqueó y la amenazó. Pero es que no fue eso (y aunque lo hubiese sido). Resulta que la andaluza estaba en Santiago de Compostela, en el parque de la Alameda, y, como quería ir a la plaza Pescadería Vella, preguntó a una señora el mejor camino para llegar. Hizo la pregunta en español pero se le ocurrió decir el nombre original y oficial de la plaza y no su traducción a la lengua de David Bisbal. Ahí surgió el problema.
Resulta también que la andaluza en cuestión es periodista y trabaja en El País, de modo que el diario ha podido ofrecer información de primera mano. En relación a lo de preguntar el camino para ir a la plaza Pescadería Vella detalla: "Lo hizo al lado de un grupo de independentistas que se concentraban pacíficamente, rodeados por decenas de agentes de la Policía Nacional. Un antidisturbios la agarró del brazo: "Aquí no hay nada que se llame Pescadería Vella, se llama Pescadería Vieja. Tú, que eres de fuera, deberías saberlo", le reprendió. Acto seguido le espetó: "Corre, no vaya a ser que te demos unas hostias"".
¿Por qué la bronca y la amenaza de hostias? Pues simplemente por decir el nombre de una plaza. Simplemente por atreverse a preguntar por la Pescadería Vella y no por la Pescadería Vieja. Supongo que el hecho de darse cuenta de que era andaluza –"tú, que eres de fuera..."– hizo que la sangre del policía entrase en ebullición y le subiese disparada hacia el digamos cerebro. ¿Habrase visto tamaño atrevimiento? ¡Una "de fuera" diciendo en gallego el nombre de una plaza! ¿Y cómo supo el policía que era "de fuera"? Supongo que por el acento, y porque preguntó por la forma de llegar a un lugar que para los compostelanos es archiconocido. Todo eso sucedió justo el día en que, en el mismo Santiago, en la catedral, el rey Juan Carlos I se encomendaba al apóstol, respaldaba la Constitución, volvía a pedir la "solidaridad" autonómica y la unidad de esa "gran familia" que –según él– es España. Todo muy bonito y muy entrañable, pero me gustaría saber en qué punto exacto del alegato real encaja la actitud del policía –nacional– hacia la periodista en particular y la sociedad en general. ¿En el respaldo a la Constitución? ¿En la "solidaridad" autonómica? ¿En la unidad de la "gran familia" española?
Ese policía no estaba en activo cuando el andaluz Federico García Lorca escribió, en gallego, sus Seis poemas galegos. De haberlo estado, le hubiese reprendido por escribirlos –él, que era "de fuera"– y, acto seguido, le hubiese ordenado salir corriendo, no fuese que le diese unas hostias. Pero tanto da que entonces él no estuviese. Después pasó lo que pasó.